¿Puede el Perú ser ‘más feliz’?
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Más allá de nuestra visión personal de la felicidad, o que la veamos como un fin o como un medio, existen mediciones sobre qué tan feliz se siente la gente en cada país o ciudad, siendo el World Happiness Report¹ una referencia muy objetiva y completa.
Lo interesante de este reporte, que elabora cada año SDSN —un grupo independiente soportado por las Naciones Unidas— en base a información de la encuesta Gallup World Poll, es que cruza los resultados de los estudios con variables de cada país, buscando explicar el origen de los mismos.
Este pequeño análisis busca usar los resultados de este informe para derivar cuáles son las principales brechas en el Perú hacia un país más “feliz”, entendiendo dicho término como un mayor nivel de satisfacción de vida.
Las mediciones
Así, podemos ver, sin mayores sorpresas, a Finlandia liderando la tabla con 7.8 puntos, principalmente explicados por un alto PBI per cápita, un fuerte soporte social y una buena expectativa de vida saludable.
Por otro lado, el Perú ocupa el puesto #63, con 5.79 puntos, en los que contribuyen principalmente las tres mismas variables que en el caso nórdico, pero en menor grado.
Desde un análisis intencionalmente simplista, y dado que “todo lo medible es mejorable”, estamos ante una oportunidad de enfocar esfuerzos en mejorar aquellas variables en las que el país tiene una mayor oportunidad de crecimiento. Primero, démosle una mirada a las variables que utiliza el reporte:
- PBI per cápita, en base a estadísticas del Banco Mundial.
- Soporte social, que indica si las personas encuestadas tienen a quién recurrir en caso de dificultades.
- Expectativa de vida saludable, en base a estadísticas de la Organización Mundial de la Salud.
- Libertad para tomar decisiones de vida, como la perciben las personas encuestadas.
- Generosidad, medida por las actividades de caridad recientes de las personas encuestadas.
- Percepciones de corrupción, como la perciben las personas encuestadas tanto a nivel gobierno como a nivel empresarial.
Oportunidades para el Perú a primera vista
Si comparamos las mediciones del Perú con respecto a Finlandia y al promedio de los países más altos y más bajos en cada variable, podemos empezar a notar las mayores oportunidades de mejora que a primera vista tenemos hacia adelante.
Vemos que las oportunidades más amplias del Perú hacia un país más “feliz”, están principalmente en lo económico (PBI per cápita), en el soporte social (comunidad e instituciones) y de una manera muy notoria en las percepciones de corrupción, donde el Perú se ubica bastante por debajo del promedio de los 10 países “menos felices” en términos de cuánto puntaje de felicidad viene explicado por esta variable.
La importancia del entorno social
En el reporte también se puede encontrar un análisis detallado sobre el impacto directo e indirecto de mejorar el entorno social, con hasta 5.5 puntos en juego al disminuir los riesgos y aumentar los soportes sociales.
Durante estos estudios, también se ha encontrado que la confianza social e institucional reduce los efectos de los riesgos arriba mencionados y contribuye a reducir la disparidad en el bienestar. Además, se ha observado que los efectos de un entorno social fuerte son mayores que los relacionados con la distribución de los ingresos.
Diferencias entre entornos urbano y rural
¿Esto aplica igual para la ciudad o el campo? el reporte encuentra muchos retos para encontrar tendencias globales pues existen particularidades en cada región, sin embargo, se concluyen algunas cosas interesantes:
- En los países mucho más desarrollados se nota una preferencia por los entornos rurales, sobre todo cuando estos empiezan a contar con una mejor infraestructura de transporte y comunicaciones.
- Lo opuesto sucede en países menos desarrollados, incluyendo la totalidad de Latinoamérica. Éste es un claro indicador de mayores oportunidades en el entorno urbano en estos países, las cuales opacan las desventajas del mismo, como por ejemplo la desigualdad existente dentro de la propia ciudad, el mayor costo de vida, y otras barreras que los inmigrantes encuentran.
- Llama la atención que el Perú, en particular, es uno de los países con mayor preferencia por el entorno urbano en las mediciones de calidad de vida y experiencias positivas a nivel mundial, mucho de eso posiblemente explicado por temas históricos.
¿Felicidad versus desarrollo?
Por otro lado, es bueno preguntarse si en algún momento velar por la felicidad de la gente pudiera ir en contra del desarrollo del país, o viceversa. La Organización de las Naciones Unidas tiene definidos diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible de cara al 2030 (SDGs, por sus siglas en inglés), los cuales tienen que ver con educación, capacidades laborales, innovación, infraestructura, erradicación de la pobreza, igualdad de género y social, legalidad, sostenibilidad ambiental y salud para todos. El reporte analiza cómo estos se asocian con las variables que impactan la felicidad o “bienestar social” (SWB, por sus siglas en inglés).
En la siguiente figura vemos el resultado de este análisis experimental, en el que se demuestra una asociación completa y positiva entre ambos temas, lo que sugiere que trabajar en el desarrollo implica un impacto positivo en la felicidad:
Las únicas dos SDGs que se ha notado pueden causar efectos adversos en la gente son:
- SDG #12: Consumo y Producción Responsable
- SDG #13: Acción climática
Como es de esperarse, el proceso de lograr estos dos objetivos tiene un impacto negativo inicial en la producción, lo que puede impactar negativamente el bienestar social mientras el proceso dura. Sin embargo, existen estudios que demuestran que el efecto se reduce a mayor desarrollado esté el país, y también al lograrse los resultados finales que estos SDGs buscan, ya que se trata de objetivos que sí importan a la gente en el largo plazo.
Esto explica por qué en países menos desarrollados como el Perú, es frecuente y polémico el dilema entre productividad y protección ambiental, ya que es fácil presentar lo primero como lo más urgente, postergando lo segundo, o peor aún, utilizándolo para beneficios políticos.
Impacto de la calidad ambiental
Y ya que tocamos el tema, el informe dedica todo un capítulo al análisis del impacto de la calidad ambiental en la felicidad. Aunque no existen aún suficientes datos, se alcanza a concluir que estar cerca de áreas verdes o ‘azules’, así como la exposición a temperaturas más cálidas y menor contaminación, favorece las mediciones de felicidad, aunque de manera marginal. ¿Será que esto termina de explicar por qué las medidas de acción climática, siendo tan importantes, no terminan siendo tan populares, y entonces no están tan presentes en la mayoría de agendas políticas?
¿Qué podemos aprender de los países nórdicos?
Finalmente, el reporte intenta encontrar las causas por las cuales los países nórdicos están siempre liderando los primeros puestos en casi todas las mediciones de calidad de vida. Desmintiendo primero algunos mitos alrededor de altas tasas de suicidio y creer que el tamaño y homogeneidad de estos países sean las causas, se analizan sus políticas de bienestar social, la calidad de sus instituciones y la cohesión social como principales razones.
Además, siendo el PBI per cápita, en general, uno de los principales contribuyentes al puntaje total de bienestar, se compara a estos países con otros países incluso más ricos, para encontrar qué es lo que sigue resaltando en los países nórdicos, más allá de la riqueza: un círculo virtuoso de soporte social, libertad para tomar decisiones y bajos índices de corrupción.
Buscando más explicaciones, se indaga un poco en la historia de estos países, encontrándose, desde el siglo 19, una muy fuerte inversión en educación masiva y gratuita, orientada a fortalecer la cohesión social y la identidad nacional, lo que aparentemente ha sido el principal constructor del círculo virtuoso del que se alimenta la confianza entre las instituciones y ciudadanos, con un Estado benefactor. Quedé personalmente fascinado por este tema, aparentemente definido por el término Bildung, algo que vale la pena seguir explorando y sobre lo que he encontrado bibliografía útil.
Dicha sección concluye, en base al análisis del excepcionalismo nórdico, dos ideas para países como el Perú, en los que por el contrario, aún estamos atrapados en un círculo vicioso de desconfianza, corrupción e informalidad:
- Elevar la calidad de las instituciones, incluyendo reducir la corrupción, elevar la participación ciudadana en decisiones de gobierno, mantener la libertad de prensa, y a los ciudadanos educados e informados.
- Construir un sentido de comunidad, confianza y cohesión social entre ciudadanos, como base indispensable para lograr políticas persistentes de bienestar común.
Conclusiones
Volviendo a la pregunta original: ¿Puede el Perú ser más “feliz”? mi visión personal rescata, en base a este análisis, algunos puntos necesarios para lograrlo, los que quizá suenen obvios, pero que vale la pena recalcar cuantas veces sea necesario, de cara a vigilar que esto se encamine en el Estado e idealmente contribuir a ellos con proyectos ciudadanos:
- Fortalecimiento de los entornos sociales, construyendo mediante educación, cultura y tecnología, el sentido de comunidad a niveles locales y a nivel país, en busca de una sociedad más cohesionada, en la que ya tenemos fuertes retos históricos en interculturalidad. Esto incluye fortalecer la confianza en las instituciones a través de mejoras en su desempeño, en colaboración con los ciudadanos.
- Inversión social y geográficamente distribuida en educación e infraestructura, orientada a elevar las capacidades de la gente en diversos lugares del país para producir bienes y servicios, emprender y mejorar sus contribuciones profesionales. Esto incluye el fomento de carreras STEM y lo que hoy puede traer para el Perú, que ha sido históricamente más dependiente de otros en temas de ciencia y tecnología por barreras que hoy son menores.
- Disminución de la corrupción, probablemente el punto más urgente, ya que la existencia de la misma afecta el éxito de (o suprime completamente) las políticas de largo plazo requeridas en todo lo demás. Esto implica también el fomento del voto responsable, buscando elevar la participación de ciudadanos con valores en política, quizá lo que tenemos más a la mano para hacer mejor ahora mismo (es aquí donde personalmente he empezado a aportar, apoyando el desarrollo de una herramienta que ayuda a votar responsablemente)
Cabe recalcar que ni el reporte (basado en datos de hasta el 2019) ni este pequeño análisis tienen en cuenta la situación de pandemia actual, la cual impacta significativamente todas estas variables a nivel mundial, y cuyas consecuencias sólo han acentuado los problemas más relevantes que debemos resolver como país.
Estaré profundizando sobre estos temas en futuros artículos, intentando buscar formas de perseguirlos desde la ciudadanía. ¡Gracias por leer! y quedo atento a sus propias impresiones.
[1] Helliwell, John F., Richard Layard, Jeffrey Sachs, and Jan-Emmanuel De Neve, eds. 2020. World Happiness Report 2020. New York: Sustainable Development Solutions Network.